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Demoler la casa natal de Hitler para tener la conciencia tranquila

El nombre de Adolf Hitler va conscientemente ligado a una manera de pensar que debería estar prohibida a estas alturas de la historia. Es evidente que después de un conflicto bélico, la sociedad queda tocada, y más cuando todavía quedan personas vivas que han sufrido los estragos del combate. De hecho, es totalmente entendible que los supervivientes se sientan ofendidos cuando ven la estatua del dictador que les ha estado reprimiendo durante cuarenta años.

Una comisión de historiadores estudia la posibilidad de demoler la casa natal de Hitler, algo que, como historiadora me parece incomprensible y hace que me plantee una simple cuestión: ¿destruir para recordar? ó ¿destruir para no ofender?

Sinceramente creo que el ser humano tiene una memoria muy corta, de hecho ya lo estamos viendo estos meses con el drama de los refugiados, y cuando se trata de memoria histórica directamente ya ni tiene, o al menos sólo aparece cuando hay que quedar bien moralmente. No sé bien cómo explicar esto sin que nadie se ofenda, pero en todo momento hablo desde el punto de vista de la historia, nada personal, por favor.

Soy partidaria de la no destrucción del patrimonio, tanto con algo que nos recuerda para bien como lo que nos recuerda para mal. Como sociedad somos lo que nuestra historia nos ha hecho ser. Las dos guerras mundiales son relativamente recientes aunque ya sean del siglo pasado, y sin embargo poca gente se ha planteado la posibilidad de destruir todos los campos de concentración, sino que se han dejado como ejemplos de lo que el hombre es capaz de hacer, y se han transformado en museos en los que los visitantes intentan “entender” lo que sucedió allí.

Lo mismo ocurre con el Palacio de Versailles por ejemplo, un edificio espléndido que recibe miles de visitantes cada año pero del que nadie cuestiona que allí varios reyes absolutistas gozaban de sus privilegios mientras su pueblo agonizaba en las calles. Y así podría seguir citando un sinfín de obras que conservamos a lo largo y ancho del planeta que pertenecieron a una época negra de nuestra historia pero que, así es, siguen siendo parte de nuestra historia. Es por eso por lo que no acabo de entender porqué unas obras sí y otras no, sólo por el hecho de que pertenezcan a la historia reciente. Y soy consciente que es porque aun quedan supervivientes y parece que es más ético destruir lo que nos ha hecho daño últimamente por el hecho de que quedan personas que lo han vivido en sus carnes.
Pero si realmente nos pusiéramos a destruir todo lo que nos ha devastado, no estaríamos hablando de patrimonio, ya que nos hubiéramos deshecho de todo y habríamos acabado con la historia. Se trata de mantener viva la memoria, y no por dejar en pie una estatua de los Reyes Católicos queremos que vuelvan los tiempos de la Inquisición Española.

Esto es lo que se plantea con la casa natal de Hitler, es simplemente eso, la casa natal de un dictador en la que se podrían hacer mil proyectos culturales para dar a conocer su figura (siempre desde el punto de vista histórico y no político). Entiendo los diferentes puntos de vista, pero creo que tendría que prevalecer la historia y la memoria colectiva sobre el daño que se pudo hacer a una población, por muy mal que suene (y por muy mal que nos miren a los que pensamos así), pero la memoria histórica es lo que hace que no volvamos a caer en el mismo error, porque lo peor que nos puede ocurrir es olvidar nuestro pasado para desgraciar nuestro futuro.

La polémica está servida.

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