“Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo. “Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?” Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle”.
Estas líneas son los pocos datos que La Biblia nos ofrece sobre los famosos Reyes Magos, quienes estos días han recorrido un largo camino desde Oriente para traernos los regalos que hemos pedido, sólo si hemos sido buenos durante todo el año. Sin embargo, a Jesús lo que le entregaron fueron dones de oro, incienso y mirra, algo con lo que un niño no puede jugar demasiado.
La todavía “existencia” en nuestra sociedad de estos hombres sabios (puesto que las Sagradas Escrituras no dejan constancia ni de su magia, ni de sus nombres, ni tan siquiera de cuántos eran), me hace replantear el pensamiento humano en cuanto a la mentira se refiere. Es decir, si somos incapaces de ponernos de acuerdo en cuestiones más importantes como el cambio climático por ejemplo, me parece asombroso que sí podamos mantener la creencia de la realidad de estos tres personajes.
Vivimos rodeados de mentiras, de leyendas, de bulos que nos invaden día a día, y que algunos son más que creíbles pero otros dejan incógnitas abiertas por falta de información más o menos verídica. Es el caso de los Reyes Magos, cuya existencia tiene bastantes lagunas informativas pese al paso de los siglos, pero que aun así no es un impedimento para que sigamos con esta tradición con la que nuestros niños disfrutan tanto la noche anterior como el propio día de reyes.
Sí, es un “invento” del cristianismo, tanto para practicantes como para solo los que lo son de boquilla, ya que para muchos la religión no es nada significativa, pero si se trata de celebraciones y días festivos, alabemos todos al cristianismo. Sin ánimo de ofender a nadie ni a ninguna religión, es algo que me parece curioso cuanto menos, y lo hacemos todos, es algo que nos viene de serie como humanos, aprovecharnos de lo que nos favorece aunque no comulguemos con esa creencia.
Volviendo al tema, es una festividad cristiana que se celebra en todo (o casi todo) el mundo y de la que todos participamos, más o menos, pero todos ponemos nuestro grano de arena para que todos los niños se vayan pronto a la cama ese 5 de enero, dejándoles algo de comer a los camellos, para que los tres Reyes Magos puedan hacer su trabajo y dejar sus regalos preparados para la mañana siguiente. Un engaño del que nadie se siente excluido porque de una punta a la otra del planeta, y en un contexto de tradición cristiana, por una vez conseguimos estar de acuerdo en algo, aunque se refiera a algo inexistente y sea probablemente por eso por lo que no tenemos discrepancias. No sé a qué se debe esta gran mentira mundial, ni cómo es posible seguir manteniéndola, pero es extraordinario ver cómo con tan pocos datos se haya creado esta fantasía que cada año nos deja la misma imagen de felicidad, tanto en niños como en adultos.
Os dejo un corto de Querido Antonio para que disfrutéis lo que queda de ilusión.
Comentarios
Publicar un comentario