A colación de la reciente noticia de que Japón cerrará decenas de facultades de humanidades, al considerarlas inútiles, no puedo evitar expresar la indignación que este tipo de decisiones me producen. Me sale urticaria solamente con leer estos titulares. El país nipón casi siempre nos ha dado lecciones de vida al resto del mundo. Su capacidad para levantarse después de grandes desastres, su empeño en hacer de la tecnología un arte que facilite la vida del hombre, su capacidad de razonar o su capacidad de diálogo, han hecho que, como civilización, los tenga en un pedestal. Sin embargo, el primer ministro Shinzo Abe, junto con su grupo de seguidores, ha ordenado a veintiséis facultades dejar de impartir clases de ciencias sociales y humanidades, ya que considera que no llenan las necesidades de la sociedad. Según el propio ministro de educación, hay que “abolir organizaciones (…) o transformarlas para servir en áreas que llenen mejor las necesidades de la sociedad”. Es increíb...