En septiembre se inaugurará el Harddiskmuseum, o lo que es lo mismo: un museo dentro de un disco duro. Dicho así parece algo inverosímil, pero se trata de un proyecto que se aleja de todo lo hecho hasta ahora en museología.
Cuando leí de qué se trataba, lo primero que pensé fue “¿nos hemos vuelto locos, o es que ya cualquier cosa está permitida en el arte?”. Dejando de lado la segunda cuestión, que da para un debate inacabable, admito que al principio no me gustó nada como idea, ya que pone de manifiesto las opiniones más extendidas sobre lo que es arte y lo que no. Sin embargo, mi reacción ha sido la misma que tuvieron los ciudadanos/críticos cuando acabaron las obras del Centro Pompidou, y eso es precisamente lo que más me gusta de este proyecto. Con esto quiero decir que, tal y como ha ocurrido antes, y en repetidas ocasiones, el arte provoca, aunque en este caso va más allá de ser una sola obra, sino que se refiere a un museo entero.
Por un lado, puede ser que lo que busca este museo sea eso, una reacción del público, que seguramente será igual que la mía, pero que acabará por convertirse en algo totalmente nuevo y que rompe con la museología tradicional. Por otro lado, algo me dice que no es ese el cometido de este nuevo museo, sino que se basa en una nueva idea museística en la que tiene cabida el nuevo arte visual realizado a partir de las nuevas tecnologías. De hecho el propio autor del proyecto, el artista Solimán López, lo deja bien claro:
“En el museo tiene cabida todo tipo de obra que de alguna manera puede ser representada de manera digital o depende de ello para ser visualizada, pero sobre todo y fundamental es que son obras concebidas como irreproducibles”.
Aun así, el proyecto sigue siendo renovador, y personalmente me causa mucha curiosidad, ya que parte de la idea de que no estará online, sino que se trata de una colección para visitar in situ, en un espacio real (y ahí está la paradoja, arte intangible en un espacio físico) donde estará colocada esa unidad de almacenamiento permanente; así que a su vez se trata también de una exposición itinerante.
Si bien Arthur Danto ya proclamó aquello de “el arte ha muerto” cuando el ready made ya estaba aceptado dentro del mundillo, parece ser que aun siguen apareciendo obras que desconciertan tanto a crítica como a público, y que no están exentas de polémica, sobre todo para los más puristas.
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