Parece mentira que ya bien entrados en el siglo XXI, aun exista gente que cree que la animación es para niños. Sin embargo, cuando se trata de Pixar parece que la cosa cambia. Y es que este gran estudio sabe cómo acercarse tanto al público infantil como al adulto. El éxito de su primera película, Toy Story (1995), se basó en la originalidad de dotar de personalidad a los juguetes, algo que repitió en sus films posteriores, en los que crean personajes con su propia identidad, hecho que los ha mantenido en la cumbre de la animación.
Pixar no realiza largometrajes ni cortometrajes convencionales utilizando la animación tradicional, ya que fueron los primeros en lanzar la animación digital, y todos sus trabajos se basan en esta técnica. Quizá sea por eso por lo que sus películas tienen tanta fama, pero más allá de esta innovación técnica, que fue bestial, realmente su notoriedad reside en la manera de contar las historias, la idea original.
Del revés (Inside out) nos explica cómo funcionan las emociones sin tecnicismos, pero apelando a la inteligencia. Con esto me refiero al intelecto adulto, aquel que el niño aun no ha desarrollado y es incapaz de entender más allá de los brillantes colores que se muestran en pantalla. Y es que Pixar recurre a diferentes valores para que los dos tipos de público interpreten la historia que están contando. No obstante, desde mi punto de vista, Del revés (Inside out) tiene un mensaje más profundo que el de “los sentimientos de los sentimientos”. A través de ideas abstractas, guiños artísticos, conceptos que hablan del inconsciente y subconsciente, se nos plantea el conflicto de la importancia que tienen todas las emociones, tanto las positivas como las negativas, como que la tristeza a veces también nos conlleva a una felicidad posterior. Y es a esto a lo que me refiero cuando hablo de ese mensaje. Sí, se trata de una película de animación, pero invita a una reflexión y debate a la salida del cine, algo que personalmente agradezco y que echaba de menos desde de las grandes obras que fueron WALL-E y Up, dos films que, junto con Del revés (Inside out), nos demuestran que la animación puede ser mucho más profunda de lo que parece.
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